Título original: Mad Max
Año de estreno: 1979
Director: George Miller
Trailer:
Es innegable que el apocalipsis nuclear es una de los temas más frecuentes en el campo del cine fantástico y de ciencia ficción. Por supuesto, no todo se limita al mundo del séptimo arte. Novelas actuales como Metro 2033, del escritor ruso Dmitry Glukhovsky , o franquicias de videojuegos como Fallout, se influyen enormemente por la que sería la película que resucitase el cine australiano: Mad Max.
En su idea inicial, lo cierto es que no es una obra ni mucho menos compleja. Hablamos de una historia encuadrada en un futuro no muy lejano, en el cual recursos, tales como agua o gasolina, escasean y toman una especial importancia. Lógicamente, este mundo post-nuclear no está exento de malhechores, y los robos, violaciones y demás crímenes están a la orden del día. La policía, que ha sufrido una cierta (pero no en exceso) renovación, se encarga de mantener el orden público y de patrullar las diferentes zonas, sectores y nexos de unión entre ellas, como carreteras o autopistas.
Partiendo de este concepto, Miller construye una simple línea argumental, mostrándonos la vida diaria de Max Rockatansky, un policía, con mujer e hijo, y encargado de vigilar una autopista, transitada por chusma de todo tipo. En una de las persecuciones entre Max y criminal (Jinete Nocturno), el segundo muere, lo que será utilizado como pretexto de venganza por una banda de moteros cuyo líder era el propio Jinete Nocturno. Esa es la premisa principal de Mad Max, simple pero eficaz. Sin embargo, hay dos grandes problemas en la película.
En primer lugar, el guión está muy mal enfocado y cuenta con numerosos agujeros, error que, un montaje defectuoso, agrava aún más. Las secuencias del film son inconexas y están mal explicadas y encajadas en la trama principal. Por suerte, el frenético ritmo y las pocas, pero espectaculares, escenas de acción, suavizan este problema en una pequeña parte. Realmente, de los 90 minutos que dura la película, solo los últimos 40 se enfocan en la violencia desatada y en la historia de venganza del protagonista, quedando como relleno toda la primera mitad del film.
El segundo gran problema, es el paso del tiempo. Seamos sinceros, Mad Max ha envejecido mal, muy mal. Ni su acción resulta espectacular, ni tampoco el guión y la historia son algo nunca vistos. Por tanto, nos queda que la película de Miller solo destaca por su cuidada ambientación y por su concepción futurista, que resulta fundamental para el desarrollo de la temática de ciencia ficción en la cultura actual. En el resto de apartados, el film es del montón, sin caer en la mediocridad pero sin brillar bajo ningún concepto.
Los personajes, a excepción de Max y su esposa, son planos y sin especial relevancia en el desarrollo argumental. Ni El Ganso (que hace de escudero de Max en la primera mitad de la película) ni el villano principal resultan carismáticos e importantes para el espectador. Por su parte, las actuaciones son correctas, sin más. Un jovencísimo Mel Gibson da vida a Rockatansky sin demasiada brillantez, pero cumpliendo en todo momento, mientras que el resto tampoco destaca especialmente.
En resumidas cuentas, tenemos una película que, en su día, deslumbró por su moderna concepción del futuro y por su ambientación post-apocalíptica, pero que hoy en día ofrece una fórmula simple y vacía, cimentada en una idea rematadamente buena que, sintiéndolo mucho, creo que el señor George Miller y su equipo no supieron plasmar de forma correcta. Es entretenida e innovadora para su tiempo, y elevó al estrellato a Mel Gibson, además de servir de primer paso de la leyenda del personaje de Max Rockatansky en el cine de acción/ciencia ficción. Sin embargo, a mi entender, está muy lejos de la excelencia de la que muchos hablan, por lo menos en términos de calidad cinematográfica, tanto en el campo de la ciencia ficción como en la de la cinematografía en general.
Valoración: 3/5
No hay comentarios:
Publicar un comentario