martes, 16 de junio de 2015

Mad Max 2: el guerrero de la carretera


Título original: Mad Max 2: The Road Warrior
Año de estreno: 1981
Director: George Miller

Trailer:




En 1979, George Miller resucitó el cine australiano con Mad Max, película cuyas virtudes cinematográficas se han visto mermadas con el paso del tiempo. Con un modesto presupuesto de 350.000 dólares, el film recaudó 100 millones de dólares, convirtiéndose en un gran éxito y una película denominada ``de culto´´. Dos años más tarde, y prácticamente con el mismo equipo técnico (repetía George Miller como director y Mel Gibson como actor principal), se estrenó la secuela, que esta vez contó con alrededor de 4 millones de presupuesto. Vi el film con muchísima expectación, pues la crítica, tanto profesional como amateur, la eleva como una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia del cine. Y, ciertamente, no se equivocan. The Road Warrior es frenética, alocada, salvaje y, sin lugar a dudas, muy superior a su antecesora. ¿Por qué? fácil. 

En primer lugar, la premisa inicial de la original era simple, y aunque resultaba innovadora e interesante, estaba mal ejecutada a lo largo del desarrollo del propio film. En Mad Max, se nos muestra un mundo a caballo entre el actual y el post-apocalíptico, y apenas se toca el tema de la lucha por los recursos y materias primas. Todo se centraba en el policía Max Rockatansky y en su vida laboral y privada, lo que resultaba algo pesado para el espectador. Resulta muy sorprendente que, en el prólogo de esta Mad Max 2, se nos narra con mayor fluidez, espectacularidad y eficacia los eventos que suceden en la primera película, además de explicar el inicio del holocausto nuclear. Mi sensación al contemplar esta breve secuencia inicial se resume en una frase: el prólogo es mejor que toda la película anterior. Creo que no exagero, y a medida que avanza el film, vemos una historia mucho más interesante, mejor narrada, mejor construida y cimentada en un buen guión, cuya premisa no es demasiado compleja, pero esta vez sí está bien ejecutada. 



Otro punto destacado de esta segunda película son los personajes. A diferencia de lo que ocurría en Salvajes de autopista, donde, a excepción de Max y su esposa, el resto de personajes eran planos y realmente no transmitían nada al espectador, en esta segunda vemos un buen puñado de ellos, bien caracterizados y con verdadero peso en el film, como el Capitán Gyro (que sufre una importante evolución), el niño del boomerang, el villano Humungous o el pandillero Wez. Pero, sin duda, la verdadera estrella de la función es Max. Aquí conocemos al verdadero guerrero de la carretera, que vaga por los páramos junto a su fiel perro, en busca de gasolina para sobrevivir en un mundo destruido por el holocausto nuclear. Mel Gibson se desata y da vida al personaje de una forma excepcional, mostrando una mayor madurez interpretativa y una nueva perspectiva del mítico Rockatansky que lo posiciona entre los héroes más célebres del celuloide.

El aumento del presupuesto se nota, y en esta segunda parte vemos más explosiones, más acción, más violencia y mayor espectacularidad en las persecuciones. El clímax y la secuencia persecutoria final son sensacionales, y mantiene al espectador atento a la pantalla, mostrándonos escenas que quedarán para siempre en la memoria de los aficionados al cine fantástico y de ciencia ficción. En lo visual y sonoro, la película también es magnífica. Todo está cuidado, detallado y hecho con mimo por un George Miller que, parece, que en esos dos años entre el primer y este segundo film de la franquicia, aprendió mucho, sobre todo en lo referente a la dirección y construcción de un buen guión. 



Mad Max 2: el guerrero de la carretera es tan buena que no es necesario ver la primera película para entenderla y disfrutarla, pues el excepcional prólogo nos pone rápidamente en contexto y situación. Su historia y guión, plagados de espectaculares, míticas y emocionantes escenas, acompañados de los múltiples detalles al cine fantástico, la gran banda sonora, los efectos visuales y una óptima dirección de Miller convierten a esta secuela en un producto de enorme calidad cinematográfica, tanto para aficionados a este tipo de cine como al amante del mundo del séptimo arte en general. Sin duda, Max Rockatansky y Mel Gibson merecen ser recordados una y otra vez por esta brutal, y absolutamente superior a la original, The Road Warrior. Bienvenidos al mundo de Max, al mundo de Mad Max. 


Valoración: 4.5/5

  






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